A propósito del jetón que exigía su cuarto de libra y los pelotas que, por buscarlo en Youtube, lo convirtieron en portada de LUN:
Caminar con ganas de ir al baño debe ser como manejar con una parturienta en el asiento de atrás; uno es incapaz de hacerle caso a los semáforos en rojo porque las ganas de desbeber bloquean todo tipo de pensamiento racional. Así estaba yo hace unos días.
Corría por las calles de Providencia desesperado tratando de encontrar un baño público hasta que vi la luz. A unas 3 cuadras de distancia, una M amarilla me sonreía. Entré corriendo cual Augustus Gloop entrando a la fábrica del señor Wonka y me topo con un enorme cartel que decía que el baño era exclusivo para los clientes. Le pregunté a la cajera si podía usarlo de todas maneras pero me dice que estaba prohibido. Le dije que era muy importante porque tenía problemas al riñón (cosa que la desesperación me hizo decir), pero la chiquilla sólo atinó a mirarme con cara de traste. Había poco tiempo para reaccionar, así es que le dije: "¿Sabe qué? No vale la pena pelear con usted, deme una manzana por favor". Le dejé $500 en el mesón y rematé con un "Ahora soy cliente, la manzana cómasela si quiere" y partí raudo. Cuando llegué al segundo piso y me enteré que el baño estaba cerrado por reparación casi lloré.
Bajé corriendo y mientras salía del sucucho la cajera me dice: "Gracias por la manzana!". No supe si era ironía o no, pero no había tiempo de preguntarle.
Al lado del McDonald's había otro local, entré sin ponerle caras a nadie y me deshice de lo que me tenía tan desesperado.
Cuento corto, hoy somos amigos con la cajera de buen modo. Cada vez que compro algo, me dice: "Y hoy, no me toca manzana?"