16 oct 2010

Porqué tener cuidado en el Metro:


Iba en el Metro y al frente mío un señor tosía y tosía. De repente se tapa la boca y un gentil escupo sale de sus fauces y se instala en su mano. En vez de limpiarse con un pañuelo, o por último en el pantalón, el muchacho se afirma de unas de las barras donde usted, señor lector, se agarra por seguridad. Después de un rato se suelta y una hilacha de baba hace las veces de puente entre la mano y la barra.
Esto reafirmó mi teoría de que, en caso de choque, prefiero quedar estampado en el vidrio del conductor que sujetarme de esos fierros infestos.

3 oct 2010

Quiero un baño, ahora!!


A propósito del jetón que exigía su cuarto de libra y los pelotas que, por buscarlo en Youtube, lo convirtieron en portada de LUN:
Caminar con ganas de ir al baño debe ser como manejar con una parturienta en el asiento de atrás; uno es incapaz de hacerle caso a los semáforos en rojo porque las ganas de desbeber bloquean todo tipo de pensamiento racional. Así estaba yo hace unos días.
Corría por las calles de Providencia desesperado tratando de encontrar un baño público hasta que vi la luz. A unas 3 cuadras de distancia, una M amarilla me sonreía. Entré corriendo cual Augustus Gloop entrando a la fábrica del señor Wonka y me topo con un enorme cartel que decía que el baño era exclusivo para los clientes. Le pregunté a la cajera si podía usarlo de todas maneras pero me dice que estaba prohibido. Le dije que era muy importante porque tenía problemas al riñón (cosa que la desesperación me hizo decir), pero la chiquilla sólo atinó a mirarme con cara de traste. Había poco tiempo para reaccionar, así es que le dije: "¿Sabe qué? No vale la pena pelear con usted, deme una manzana por favor". Le dejé $500 en el mesón y rematé con un "Ahora soy cliente, la manzana cómasela si quiere" y partí raudo. Cuando llegué al segundo piso y me enteré que el baño estaba cerrado por reparación casi lloré.
Bajé corriendo y mientras salía del sucucho la cajera me dice: "Gracias por la manzana!". No supe si era ironía o no, pero no había tiempo de preguntarle.
Al lado del McDonald's había otro local, entré sin ponerle caras a nadie y me deshice de lo que me tenía tan desesperado.
Cuento corto, hoy somos amigos con la cajera de buen modo. Cada vez que compro algo, me dice: "Y hoy, no me toca manzana?"

20 sept 2010

Greetings

Ya ha pasado una semana de mi cumpleaños y el "22" estaba tan añejo como quien les escribe, por eso presentamos a 23 y sumando. Para esta edición prometo escribir más corto, poner fotos más expresivas y comentarios más ácidos. Saludos varios y esperen el próximo post.
Fue una bienvenida corta, pero acuérdense que a las inauguraciones se va sólo por la comida!

6 sept 2010

Je t'aime


Hoy día estaba en la biblioteca de mi universidad, concentradísimo y trabajando para ganarme el pan, cuando escuché un grotesco sonido: una acaramelada parejita no encontró nada mejor que besuquearse con ese desagradable sonido clásico de película de abuelas (esas que tienen tienen a una pareja con la torre Eiffel de fondo y que terminan con un "Mon amie, je t'aime").
Yo estaba furioso, no sólo porque el parcito elegió un lugar callado para empezar una estruendosa rutina, sino que por falta de caridad. Sí, porque aparte de que no dejaban estudiar, no tenían ninguna consideración con los solteros y solteras que no tienen a quien apretujar.

30 ago 2010

¡Cómo duele!


Dicen que no hay dolor más grande para un papá que perder un hijo. Yo digo que no hay dolor más grande para un hijo que cuando sale una espinilla en el labio. Y no sólo es dolor físico: que la gente clave sus pupilas en el Kilimanjaro que uno tiene en la cara puede dejar taras sicológicas.
Ahora, sólo me queda sufrir en silencio.

12 ago 2010

Imprevistas ventilaciones


Hace poco tuve una entrevista de trabajo en el Centro capitalino. Me acuerdo que esa mañana me esmeré para que todo saliera bien. Mi billetera llevaba meses dando alaridos de dolor para que la alimentara con Gabrielas, Arturos o Andreses (en el mejor de los casos) y tenía que remediar la situación. Bueno, iba camino al lugar preocupado de todos los detalles cuando me fijo en un ejecutivo que iba al frente mío. Su rápida manera de caminar llamaba la atención porque o había robado una modesta tienda o se estaba escapando de alguien, o de algo... Mis sospechas eran fundadas, porque el ejecutivo no había encontrado nada mejor que "ventilar sus tripas" (miren que suena digno!) al frente mío y al parecer estaba caminando rápido para dejar el aroma atrás con la tramposa y cínica estrategia del "yo no fui, quien habrá sido el podrido?!". Bueno, parece que el muchacho se había comido una buena porotada la noche anterior, tanto así que estando sin ninguna compañía exclamé fuerte "Uy el viejo hediondo!". Nadie oyó, creo. Lo peor es que como yo seguía caminando atrás del oloroso se podría decir que su hedor me perseguía, o lo que es peor, yo perseguía al hedor.


Bueno, finalmente pude llegar al edificio en el que me torturarían en pocos minutos más. Estaba convencido de que el mal olor del tal-por-cual me había dejado la ropa pasada a legumbres. Fui al baño, me saqué el abrigo y el chaleco y los ventilé con un simpático movimiento de vaivén. En eso sale un muchacho de una de las "casitas" y me mira intrigado. Como no pude explicarle la situación lo miré con cara de enojo y seguí con mis faenas. Pasé varios minutos en este proceso hasta que llegó la hora de la entrevista. Subí rápido a la oficina de mi simpática torturadora, me senté y empezó mi agonía. Estuve toda la entrevista más pendiente de los rasgos faciales de la lola que de las cosas que yo respondía. Yo tenía que estar muy alerta por si en algún minuto la señorita arrugaba su nariz porque ese era el primer signo de que la porotada llegaba a nosotros, como si, cual espiritistas, la hubiésemos invocado del más allá. Parece que la muchacha no olió nada porque no sólo se despidió amable sino que me contrató.